Los últimos años han servido para que muchos medios empecemos a informar acerca de la Violencia Vicaria, un término acuñado por la psicóloga argentina y perita forense, experta en victimología y violencia basada en el género, Sonia Vaccaro. Lamentablemente, hemos conocido este término debido a casos muy mediáticos donde las víctimas han sido niños a manos de sus padres. La Violencia Vicaria es, para quien lo desconozca, un tipo de violencia feroz que ejerce el hombre contra la mujer, en la que los hijos e hijas son utilizados para dañarla. 

Este tipo de violencia está incluida en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género en España, permitiendo que las madres cuyos hijos hayan sido asesinados por sus parejas sean también consideradas víctimas de violencia de género. 

Hablamos con Sonia Vaccaro sobre su nuevo libro Violencia Vicaria, golpear donde más duele (editorial Serendipity) donde recoge su experiencia trabajando codo con codo con la Asociación de Mujeres de Psicología Feminista y cuyo trabajo derivó en la primera investigación sobre Violencia Vicaria donde se han analizado más de 400 casos reales.

–Lleva trabajando de forma incansable desde los años 90 en varios  países, pero especialmente en España. ¿Qué hemos conseguido  desde entonces? ¿Qué considera un logro? 
–España es un país pionero en la lucha incansable por los derechos de las mujeres. Su Ley orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, es única en Europa. Se ha avanzado mucho, aunque  todavía queda mucho por hacer, pero los cambios no se consiguen en una  sola vez, el trabajo debe ser continuo, continuado y de mucha educación y concienciación social. Yo en España, donde vivo y trabajo desde hace más de 22 años, solo me uní a un trabajo que realizaron quienes me precedieron  y que continúan realizando muchas mujeres y hombres que han  comprendido la importancia de alcanzar una sociedad igualitaria y con equidad entre hombres y mujeres. 

–¿Hacia dónde hay que poner el foco en este sentido ahora? 
–En la educación, en la concienciación de toda la sociedad. Sin dejar de lado la asistencia a las víctimas, sus hijas y sus hijos, sin olvidar, que son víctimas también. 

Para aquellos que no saben qué es: ¿cómo explicaría el concepto de  Violencia Vicaria? 
–Es violencia de género, es aquella violencia que un hombre violento realiza, utilizando como objetos y de modo preferente, a las hijas y a los hijos para dañar a la mujer. Es violencia contra la mujer que se ejerce sobre las hijas e hijos.  

¿Por qué decidió determinar este nombre? ¿Cómo llegó a  implantarlo? 
–Acuñé el término violencia vicaria en el año 2012, tomando vicario como adjetivo, que se define como que ocupa el lugar de otra persona o la sustituye. 

Dice en su libro que éste es fruto de un trabajo de investigación de 400  asesinatos a niños y niñas a manos de sus padres. ¿Qué falla para que sigamos viendo casos como estos? 
–El imaginario colectivo sigue siendo patriarcal, y privilegia el rol de padre sobre el derecho de las niñas y niños a vivir una vida libre de violencias. Hace falta mucha concienciación social. Un maltratador, no es un padre. Padre es otra cosa. 

Muchas mujeres creen que divorciándose de estos hombres violentos se termina el calvario. ¿Es o no la solución? ¿Qué le recomienda usted a una mujer que es víctima de maltrato y tiene hijos en común con esta persona? 
–Por supuesto que la única forma de ponerse a salvo de un hombre violento es alejarse de él, la madre y los hijos e hijas. Esto último, es lo que tienen que comprender las instituciones.  

¿Qué es el Síndrome de Alienación Parental y por qué está haciendo tanto daño a las mujeres maltratadas? 
–Es un invento patriarcal para atacar el rol materno, para reforzar el mito de “mala madre” y “mujer pérfida”. Es otra forma de violencia vicaria. 

Una vez una mujer denuncia, ¿qué hace la justicia para proteger a los niños?  
–En este momento, y a partir de la Ley de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LO 8/2021), tendría que protegerles poniendo las mismas medidas de protección que le da a la mujer: orden de alejamiento, medidas de protección y suspensión de visitas y custodia si la hubiera.  

¿Qué pasa si ellos manifiestan que no quieren estar con el padre?  ¿Quién les protege?  
–Legalmente están los instrumentos suficientes para protegerles e impedir el contacto con un hombre violento, cuando un niño rechaza a alguien, habría que investigar muy bien cuál puede ser el motivo, no culpar al niño y a la madre ni dar respuesta desde los prejuicios y los estereotipos de género que solo conducen a revictimizar a las víctimas. 

En las instituciones se tendría que formar, de forma primordial, a las y los profesionales que trabajan con infancia. La Psicología evolutiva es una especialidad y no puede ejercerse con un curso de 20 horas. Un niño o una niña, un adolescente, no son adultos “en miniatura” son seres de derechos con derechos y no se les puede vulnerar solo por ser menores  de edad. 

¿Qué es lo más apropiado para proteger a los niños y niñas? 
–La formación y el conocimiento específico. Cuando una o un profesional se forma en la especialidad, ya sea médica o psicológica en infancia y adolescencia, empatiza con ellos y les cree, no les discrimina por razón de edad. Si quienes trabajan en las instituciones estarían sensibilizados con la niñez y la adolescencia, se les protegería de inmediato, no se partiría de la “presunción de mentir”, o de la falta de credibilidad. 

–Las secuelas en estos casos deben ser graves. ¿Se puede reparar?  ¿Cómo se trabaja con ellos? 
–Las secuelas están descritas en toda la bibliografía internacional: las niñas y los niños son víctimas siempre de la violencia contra su madre y presentan la misma sintomatología que las mujeres víctimas de violencia de género. Vivir en un ambiente de violencia en el cual la madre es maltratada, es vivir en un ambiente bélico. Las secuelas son de largo plazo, lo primero que debe hacerse para reparar, es apartarles del agresor. No existe recuperación en contacto con este. Un maltratador  jamás será un buen padre.