La obesidad se ha convertido en la verdadera pandemia del siglo XXI y casi un tercio de los habitantes del planeta tienen sobrepeso. Sin embargo, todavía solemos tener una visión extremadamente simplista acerca de esta enfermedad, estigmatizamos a todos los obesos por igual y los señalamos como personas con poca voluntad. Así lo asegura Almudena García Carrasco, profesora en el área de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC). Además de publicar artículos de divulgación científica sobre la obesidad, también pertenece al grupo de investigación de alto rendimiento LIPOBETA de la URJC, centrado en el estudio de los mecanismos moleculares glucolipotoxidad y resistencia a la insulina y sus implicaciones en la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico. Charlamos con ella acerca de esta enfermedad y sobre su nuevo libro Obesidad, la pandemia silenciosa (Alienta Editorial).  

–En tu libro desmontas la frase “el que está gordo es porque quiere”. ¿Por qué no es cierto? 

Percibimos la obesidad como una falta de disciplina y control por parte de quien la sufre. Se considera que las personas obesas lo están porque tienen el capricho de comer sin control cuando las causas de la obesidad son muy diversas. En la obesidad influyen factores nutricionales y de actividad física, pero también genéticos, étnicos, socioeconómicos, contaminantes, estresantes… 

–¿Qué es la obesidad y por qué es una enfermedad tan estigmatizada en nuestra sociedad? 

–La obesidad es un acúmulo excesivo de grasa que se produce porque las calorías ingeridas son superiores a las quemadas, es decir, tenemos un balance energético positivo. La obesidad ha sido estigmatizada por ser considerada como una falta de voluntad y un signo de dejadez y, en los últimos tiempos, por no seguir las normas de la estética. Antiguamente, era todo lo contrario: la obesidad se asociaba con el poder y con un estatus socioeconómico alto.  

–Y, ¿cómo afecta la obesidad a nuestro cuerpo? ¿Cuáles son los principales órganos afectados? 

–La grasa se almacena en el tejido adiposo que crece y crece para hacer hueco a todas las calorías que no hemos quemado, como las que vienen del último trozo de pizza o las del bocadillo del recreo. El tejido adiposo de cada persona tiene una capacidad de almacenar grasa y, cuando la alcanza y no puede almacenar más, la grasa se escapa a otros órganos que no están preparados para recibirla. Así que terminaremos desarrollando un hígado graso, un riñón graso, un páncreas graso…que no funcionarán bien. El cerebro experimenta una degeneración a causa de la obesidad, la microbiota intestinal cambia su composición… Al final todos los órganos están conectados y quedan afectados

–En este sentido, ¿qué tratamientos son los más eficaces?  

El tratamiento debe ser siempre individualizado para poder combatir la causa responsable de la obesidad en cada persona, debe estar respaldado por un equipo de profesionales y el paciente debe contar con una alta motivación para poder garantizar la adherencia al tratamiento. La intervención dietética y la actividad física individualizada son siempre las primeras opciones, pero se deben tener en cuenta los posibles factores que desencadenan la obesidad, como el estrés o el estatus socioeconómico, entre otros muchos. 

–En el tratamiento de la obesidad no basta con hacer ejercicio y comer sano porque la obesidad puede tener un componente emocional. ¿Cómo se debería abordar en este caso? 

Es lo que llamamos hambre emocional, es decir, todos aquellos momentos en los que comer nos calma la ansiedad o la tristeza porque nos genera una sensación de bienestar. Usamos la comida para regular nuestros niveles de estrés, por lo que una intervención psicológica que nos ayude a gestionarlo será básica. 

–Las personas con obesidad presentan más posibilidades de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), ¿por qué?  

–Los TCA parten de una insatisfacción con nuestra imagen corporal y en lo tocante a la obesidad se ha visto que esta insatisfacción aumenta cuando aumenta nuestra masa corporal. Las personas con obesidad, además, así como las personas con anorexia y bulimia, tienden a sobreestimar sus dimensiones corporales. 

–¿Qué pasa en el intestino de una persona con obesidad? ¿Cómo afecta a la microbiota? ¿Qué se puede hacer? 

–El intestino delgado de una persona con obesidad aumenta su tamaño, por lo que captará más nutrientes que contribuyan al acúmulo energético. El intestino grueso, por su parte, es más propenso a desarrollar cáncer de colon, pólipos o estreñimiento. En lo referente a la microbiota, se ha visto que la de las personas obesas es mucho menos variada y contiene un mayor número de bacterias del género Firmicutes que del Bacteroidetes, lo que se relaciona con una mayor captación de energía en el intestino y con procesos inflamatorios.  

Para poder remediarlo, hasta la fecha se han llevado a cabo estudios con probióticos y se ha visto que la administración de Lactobacillus puede ayudar a reducir la grasa corporal, los niveles de colesterol y la inflamación. 

–Para entender la obesidad también tenemos que ir a nuestro cerebro. ¿Cómo cambia las reglas del cerebro esta enfermedad? 

–El cerebro de una persona con obesidad presenta una resistencia a las señales de saciedad. Además, los ácidos grasos libres (las unidades básicas de la grasa) pueden alcanzar el cerebro y producir inflamación, lo que refuerza la resistencia a las señales de saciedad de las que hablábamos, por lo que el apetito será mayor. Esta inflamación será responsable, además, de desencadenar problemas cognitivos y enfermedades neurodegerativas.  

–¿Por qué el cerebro se vuelve adicto a la comida? 

–En el cerebro tenemos varias estructuras relacionadas con las emociones, la memoria o la toma de decisiones que nos llevan a obtener placer cuando comemos. Este sistema a veces se descompensa y nos volvemos adictos a la comida igual que lo podríamos ser a otra sustancia. Se ha observado que la transmisión de la dopamina, el neurotransmisor que activa el sistema de recompensa, en una persona con obesidad tiene las mismas características que tiene una persona con adicción. Las personas con obesidad tienen menos receptores para la dopamina por lo que necesitan un mayor estímulo (en este caso comer más) para poder sentir placer. 

–A menudo vemos un sinfín de tratamientos farmacológicos para tratar la obesidad, ¿cuáles son los menos efectivos y que más daño provocan? 

–Cualquier tratamiento sin la supervisión de un profesional es susceptible de generar un daño. Los más accesibles pueden ser los medicamentos a base de plantas, pero no por ello son inocuos y requieren, igualmente, de un asesoramiento y de un seguimiento.  

En cuanto a los fármacos de síntesis, como el ya famoso Ozempic, vemos que tienen unos efectos beneficiosos a la hora de reducir la obesidad, pero, como vemos cada vez más, tiene sus propios efectos secundarios, como la gastroparesis o la pancreatitis. Por tanto, cualquier medicación es susceptible de mostrar efectos secundarios

–En tu libro, tratas también la obesidad infantil. ¿Cuál es la principal causa de que haya tantos casos?  

–Las causas sobre las que reside la obesidad infantil son varias. Primero tenemos los factores genéticos, los cuales no podemos controlar. Luego tenemos la educación, en primer lugar, la educación que recibimos en casa, ya que es el primer centro educativo al que asistimos, donde nos enseñan hábitos nutricionales y de actividad física. Y, por otro lado, tenemos el uso de pantallas, tan extendido en este grupo, que lleva asociados otros comportamientos, como la falta de actividad física o el consumo de snacks poco saludables. 

–¿Se puede salir de la obesidad? ¿La operación quirúrgica es una solución posible? 

–Las operaciones para perder peso, o cirugía bariátrica, se utilizan como último recurso en pacientes que ya han recurrido sin éxito a otros tratamientos. No se trata de operaciones por cuestiones estéticas, sino que son intervenciones duras y agresivas que requieren que el paciente continúe cuidándose y manteniendo unos determinados hábitos tras ellas. No todas las personas son susceptibles de recibir una intervención de cirugía bariátrica y el trabajo y el cuidado que deben mantener tras estas es elevado. Las personas que se adhieren a este tratamiento presentan mejoras generalizadas en las consecuencias que tiene la obesidad sobre su cuerpo.